domingo, 11 de julio de 2010

FRANCISCO ANTONIO: AMANUENSE DE LAS CAJAS REALES

Seiner, analizado el tiempo libre que tuvo el joven Zela después de ayudar a su padre en las labores de su función, colige que pudo haber tenido otra ocupación, un trabajo a tiempo completo y remunerado, en un oficio que no exigiese preparación “especializada como la de un contador o tesorero”. Sugiere que Francisco Antonio pudo desempeñar labores como Guardia Subalterno de las Reales Cajas o encargado del resguardo del Real Estanco de Tabacos”. Era acertada la deducción de Seiner. En una declaración, hasta ahora desconocida, hecha por doña Mercedes, madre de Zela, en 1792, cuando éste luchaba por heredar el cargo dejado por su padre; recordaban los servicios que el joven Zela “tenía hechos en distintas oficinas de Real Hacienda”. Otro documento ubicado recientemente demuestra que Francisco Antonio trabajó, efectivamente, como uno de los amanuenses en las Cajas Reales de Tacna. Tenía por entonces poco menos de veinte años de edad. No se puede precisar la fecha de su ingreso al puesto de “plumario”, pero si la del momento en que dejó de serlo. Por orden, de 12 de junio de 1788, expedida en Arequipa, por el Intendente Álvarez, se establecía que, por “cuanto se halla vacante una de las plazas de amanuense de la Real Caja de Arica por renuncia que de ella hizo don Francisco de Zela”, quedaba en su reemplazo don Francisco Salguero. Revisados los libros, de gran formato, propios de las Cajas Reales, correspondientes a los años y meses previos a la señalada data, con el propósito de identificar la caligrafía del prócer y aproximar la fecha de su incorporación a la referida función, se puede deducir que Zela pudo haber asumido tal función hacia fines de 1786 y que, consecuentemente, su arribo debió ocurrir algunas semanas o meses antes.

¿Por qué el joven Zela cesó en su trabajo de amanuense? Parece que se trató de una renuncia más que de una destitución. Alcanzada la mayoría de edad tendría la intención de viajar a Lima para lograr una calificación profesional, de carácter oficial, en el dominio de la metalurgia que era la función pública en la que debería heredar al padre.

Gálvez afirma que Francisco Antonio viajó, en aquella oportunidad, para hacer “estudios especiales en la Casa de la Moneda de Lima, y que en ella contrajo méritos para ingresar en el real servicio. Se desconoce cuanto tiempo permaneció en la capital. Debieron ser, ni más ni menos, los años que precisaba una capacitación más que artesanal, de dos o tres años, durante los cuales, con “habilidad, constante aplicación y amor al manejo del noble arte de ensayar plata y oro y beneficiar de toda especie de minerales y metales, de cuya aptitud dio pruebas suficientes de lo logrado durante ese tiempo en el examen del laboratorio químico metalúrgico” que debió rendir.

Terminados satisfactoriamente sus estudios pero sin haber recibido todavía el certificado o título que lo acreditaba como balanzario; Zela debió emprender el viaje de retorno, por tierra, con dirección a Tacna, previo paso por Arequipa. El título de “ensayador interino”, sólo fue expedido por el Virrey Taboada y Lemus, en Lima, el 25 de octubre de 1792.

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