Respecto del fallecimiento de don Alberto existen algunas informaciones imprecisas o desconocidas. Aunque Cúneo afirma que don Alberto “murió trágicamente el día 18 de Setiembre de 1792”, el hecho de que, todavía, el 19 dictara un codicilo, el mismo que intentó firmar; demuestra que, en lo que respecta a la fecha de muerte, Cúneo no revisó con su proverbial acuciosidad el protocolo notarial de Portales, ni los libros de entierro; prefiriendo reproducir, sin reserva, lo que había escrito al respecto, José Belisario Gómez y que era, seguramente, una versión oral que, circularía setenta años después del suceso entre la gente antigua de Tacna.
Es muy probable que la agonía no fuese tan corta como lo insinúa Cúneo. En la liquidación de los gastos hechos en los postreros cuidados y en los funerales se incluye un recibo de 10 pesos a favor de Josefa Patricia Rospigliosi “por la asistencia en la enfermedad de dicho finado” y otro a nombre del médico Juan de Urrutia por 5 pesos.
Respecto a que su muerte fue sólo el día 20 de setiembre, lo confirma el libro de entierros de la parroquia de Tacna. Allí se registra que el 21 de setiembre de 1792 fray Esteban Ortega, de la orden seráfica, Guardián del convento de San Francisco de Arica, de licencia, enterró el cuerpo mayor de “don Alberto de Zela y Neira, de 55 años, natural del reino de Galisia (sic), en los de España; Fundidor y Valansario (sic) que fue de las Reales Cajas de este Partido, casado con doña María de las Mercedes Arízaga, vecina de Lima”. Se pagó 44 pesos por entierro de primera con 4 capas; el carpintero José Botentano cobró 25 pesos por la confección del féretro. Se anotó en el acta de entierro que “hizo su testamento y nombró por albaceas a don Miguel de Hérnicas y a don Joaquín Vigil y por herederos a sus legítimos hijos”. Para solemnizar sus funerales, como era costumbre se vistió de luto a sus dos esclavos Félix y Antonio.
La referida fecha de muerte de don Alberto también acerca más el paralelo entre dos símbolos de Tacna: Zela y Vigil. Resulta que, una semana antes de ese deceso había nacido Francisco de Paula González Vigil y “desde el 20 de setiembre del año 1792, en que falleció (…) don Alberto de Zela” las funciones las desempeñó “el substituto (sic) Fundidor y Balanzario de ellas, don Joaquín González Vigil”.
A los pocos días don Joaquín, que había sido designado albacea, seguramente reparando en la incompatibilidad que provenía del hecho de ser éste reemplazante del testador en su función de balanzario, renunció a aceptar el cumplimiento de tal disposición testamentaria. El “veintisiete de setiembre” se admitió su renuncia al albaceazgo.
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